martes, 3 de julio de 2012

“El corazón podrido del sistema financiero”


                  
La política del Reino Unido se ha visto alterada por la publicación oficial de las manipulaciones del tipo de interés del Libor, el referente británico de los préstamos bancarios. Y el gobierno conservador de Cameron se ha visto presionado para abrir de inmediato una investigación sobre cómo se determina ese referente de una gran parte de los mercados financieros.

Y es que el escándalo del banco británico Barclays por la manipulación de los tipos de interés de referencia del mercado bancario de Londres (el Libor) y también del mercado interbancario del euro (el Euríbor), que “ha arrojado una luz implacable sobre el corazón podrido del sistema financiero”, en palabras del editorial del periódico Financial Times (30/6/2012) al descubrirse una vez más la vulnerabilidad de unos mercados montados sobre la autorregulación de quienes intervienen.

Los hechos, repetidos desde hace años, han quedado acreditados por el informe de la FSA, la autoridad financiera británica, que ha sancionado como responsable al banco Barclays con una multa que se eleva  a  454 millones de dólares, sumada con otras sanciones de  la agencia para el mercado de futuros (la CFTC) y el Departamento de Justicia de los EEUU.

Pero esas multas multimillonarias no van a recuperar la creciente pérdida de confianza en el sistema financiero ni repararán el daño causado a tantos particulares y empresas cuyos préstamos han tomado esos tipos de interés como referencia; y a los propios especuladores de tipos de interés. Pero la cuestión es que, al igual que sucede con las calificaciones de crédito, estos porcentajes de referencia con sus graves deficiencias probadas forman parte del sistema vigente.

Según el citado informe hecho publico por la FSA el pasado  27 de junio, los mercados financieros afectados por la manipulación son los contratos de derivados (apuestas cuya cuantía de referencia ascendería 350 billones de dólares) y el 90 por ciento de los préstamos hipotecarios y comerciales estadounidenses que se vinculan al Libor referido al dólar.

La información oficial difundida reproduce una serie de correos electrónicos cruzados entre operadores de Barclays y otros colegas a partir de 2006 sobre los datos falseados que iban a aportar para el cálculo del Libor y del Euríbor, acomodándolos para que respondieran al interés del Banco británico. Esos mensajes intercambiados entre los traders incluían promesas de recompensas con botellas de champán por juguetear con las cifras como si estuvieran jugando con la playstation.

Desde la ortodoxia muchos se han apresurado a presentar este escándalo como obra de unos cuantos operadores sinvergüenzas. Y como es habitual en la práctica de las empresas, el banco ya ha despedido a empleados junior autores de algunos correos incriminatorios. Pero ha quedado cuestionada la organización de este mercado de los préstamos entre bancos que ha hecho posible esa estafa generalizada.

En el caso del Libor, como destaca la experta del Financial Times, Gillian Tett, la fijación de ese precio es muy oscura puesto que no se basa en el registro de las transacciones realizadas sino en la información aportada sobre los tipos pagados por un  panel, una reducida peña de poderosos banqueros, que también controla la Asociación británica de banca, responsable de ese mercado. Y desde luego, los propietarios de los bancos, los accionistas, tenían pocas posibilidades de controlar las actividades de los gestores financieros.

El caso es que tras el lenguaje técnico, los reguladores británicos y estadounidenses revelan las falsedades y abusos practicados en beneficio personal de esos gestores y de sus entidades. Además de Barclays, más de 20 bancos del mundo están implicados en los procesos de determinación de los tipos de interés de referencia, entre ellos los grandes bancos de nombres muy conocidos como Citigroup, Royal Bank of Scotland, Deutsche Bank, Credit Suisse y USB. Y las complejas investigaciones en tres continentes, que llevaban años, no se han cerrado todavía por las autoridades británicas, estadounidenses, suizas y japonesas.

La prensa anglosajona especializada señala que no se trata de unos hechos aislados sino que manifiestan un “problema sistémico” que conmociona a una amplia franja del sector financiero, porque una vez más hace tambalearse la confianza pública en el mecanismo clave de los tipos de interés que se utilizan para valorar contratos que suponen billones de dólares. Esta manipulación del mercado en gran escala lleva a la dirección del citado periódico financiero a afirmar que “es difícil pensar en algo más condenable y más corrosivo para la reputación del capitalismo”.

Lo asombroso es que el canciller británico, el ministro finanzas George Osborne, declarara ante el Parlamento que la FSA carece de competencias para perseguir a los banqueros de Barclays por su manipulación de los tipos de interés interbancario  de referencia. Y resulta chocante el modo tan rudimentario en que esta estafa se ha perpetrado y los escasos controles existentes el sistema financiero, regido por el principio neoliberal que permite a las entidades financieras disfrutar de una enorme libertad de acción con la seguridad de que nadie les va pedir cuentas y si fallan pagarán los contribuyentes.

Para colmo, algunos periodistas británicos han recordado que hace un año, el consejero delegado de Barclays, Bob Diamond, todo un personaje mundial que ha dimitido ahora, daba una conferencia subrayando la importancia de la cultura bancaria para “establecer un espíritu de confianza e integridad”. Y añadía que es difícil definir esa cultura pero para él se evidencia en “cómo se comporta la gente cuando nadie le vigila”. Los hechos descubren cual es la cultura de Barclays, podredumbre.-